Hollywood se resiente con la pérdida de uno de sus grandes referentes, unas de las más longevas estrellas (con permiso de la señora De Havilland) que desde ayer, poco después del mediodía, doblaba la servilleta y se reunía con todo aquel star-system cinematográfico con el que tantas correrías había vivido. ¡Cuánto te vamos a echar de menos, Kirk!

Los genes rusos nunca tuvieron un mejor referente. Kirk Douglas (nacido Issur Danielovitch Demsky) siempre tuvo la fuerza de un león. Pese a que sus orígenes fueron humildes y tuvo que trabajar de todo lo que te pudieras imaginar (legal) para sacarse unas perras y así ayudar a su familia judía, Douglas siempre despuntó en oratoria. Un talento que, en seguida, encauzó hacía la meca del cine.

Su debut lo conseguiría gracias a Lauren Bacall (a la que había conocido en la Academia Norteamericana de Arte Dramático de Nueva York); sería como marido de Janis Wilson en El extraño amor de Martha Ivers, película que le permitió dar el salto a la gran pantalla y empezar a construir el mito.

Pronto llegarían títulos como Retorno al pasado (Jacques Tourneur, 1947), Carta a tres esposas (Joseph L. Mankiewicz, 1949), El ídolo de barro (Mark Robson,1949) o El Gran Carnaval (Billy Wilder, 1951) que harían de él no solo un hombre de lo más deseado sino el actor necesario para que una película tuviera éxito. Quizá por ello, Stanley Kubrick volvió a querer trabajar con él (después de ser el coronel Dax en Senderos de Gloria) en Espartaco, película que lo catapultaría a la fama y lo elevaría a los altares más paganos, más allá de la confrontación que le supuso (como productor de la misma) incluir entre los títulos de crédito al guionista Dalton Trumbo, perseguido como comunista por el general McCarthy durante la caza de brujas.

Poniéndose el mundo por montera y no queriéndose atar de por vida a ninguno de los grandes estudios (era la política de aquel entonces que cada estudio tuviera una cantera fija de actores cuyas carreras dirigían) creó su propia productora, Bryna, para no tener que “deber” nada a nadie.

 

Tras décadas de clásicos, dos matrimonios, cuatro hijos (¿conoces a Michael Douglas?) amantes a granel, tres nominaciones al Oscar pero solo uno honorífico, honores en la marina, enemistades por un carácter temperamental (de izquierdas) pero que también tenía sus adeptos, cameos intermitentes en películas para la televisión, labores filantrópicas, una autobiografía (El hijo del trapero) y un par de libros más, un accidente en helicóptero, una apoplejía y el calor de un público que de generación a generación ha llegado a nuestros días, hoy Kirk nos dice adiós. Y lo hace de la mejor forma que podía hacerlo: rodeado de sus amantísima familia a la que se encontraba muy unido.

Su hijo Michael se encargó de confirmar la muerte por Instagram y nosotros, en ese momento, solo hemos podido recordar aquel momento, en 1996, en el que Douglas subió al escenario a recoger su Oscar honorífico. “Veo a mis cuatro hijos. Están orgullosos del viejo hombre. Yo también estoy orgulloso. Orgulloso de haber sido parte de Hollywood durante cincuenta años”. ¡Y qué orgullo para nosotros haberte tenido entre nosotros, Mr. Douglas! Descansa en paz.

Posted by:Bru Romero

La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida, antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.

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